Miranda y sus hombres descubren, por casualidad, un cuadro robado que resulta ser un auténtico Miró desparecido de una fundación hace un mes. La dueña, que estaba muy preocupada y disgustada con el robo, y en agradecimiento a los agentes, decide subastar el cuadro y donar los beneficios a la Fundación de Huérfanos del Cuerpo Nacional de Policía.